Macario Schettino
El Universal
13 de junio de 2006
En varias ocasiones hemos dicho, aquí mismo, que en la elección decidimos por muchos años, y no sólo por seis. Hemos insistido en que hay dos opciones muy claras, avanzar por donde vamos, o regresarnos. Y en cada ocasión en que comenté esto recibí buena cantidad de opiniones de lectores, seguidores de Andrés Manuel López Obrador, rechazando que la elección debiese plantearse en estos términos. Bueno, pues ya lo hizo el mismo candidato en el debate. Ya dijo que son dos opciones, que se trata del "proyecto de Nación", y no sólo de un sexenio más, y reiteró lo que ha dicho durante toda su campaña. Una propuesta totalmente anacrónica.
De ahí no va a salir. No conoce más que eso. En un mundo que cambia a toda velocidad, AMLO quiere que nos dediquemos a la política interior, que es la mejor política exterior. Son palabras de él. Insiste en que la seguridad pública es un problema de pobreza, aunque los problemas más serios de seguridad no estén ocurriendo en las regiones pobres de México, sino en las ricas. Propone impulsar la economía desde el gobierno, como tantas veces, con más construcción y con desarrollo energético. Hace un par de semanas lo decía con igual énfasis en un programa televisivo. No ha de saber Andrés que ya no hay petróleo, ni gas ni electricidad. Aunque ya se haya dicho, vale la pena repetirlo, porque el debate lo mostró con claridad: Andrés vive en el pasado, y a éste quiere que regrese México.
Lo interesante no es eso, sino que haya un tercio de los votantes que está dispuesto a acompañarlo en ese regreso. Y que ese tercio lo coloca como la segunda fuerza frente a la elección, sin que podamos aún descartarlo.
Me llama todavía más la atención el apoyo desproporcionado que tiene entre opinadores, académicos e intelectuales. No es que sorprenda, puesto que muchos, como Andrés, no han podido salir del pasado, pero hay otros colegas que sucumben ante la dificultad que para ellos supone votar por el Partido Acción Nacional, y ni pensar en el Revolucionario Institucional. Racionalizan entonces su apoyo a López Obrador insistiendo en que sólo él se preocupa por los pobres. De nada sirve explicarles que AMLO no ha propuesto prácticamente nada para los pobres, sino que ha concentrado su programa en ese segmento del que vivió el régimen de la Revolución: ese grupo que tiene poco y que no quiere perderlo, que se fue convirtiendo en clientela del régimen por diversos mecanismos. Es a ellos a los que habla Andrés, no a los pobres. Si lo duda, vea usted mi colaboración de ayer lunes en Finanzas de EL UNIVERSAL.
El régimen de la Revolución, no lo vaya usted a olvidar, fue un régimen autoritario, corrupto por esencia y construcción, que impidió que México se desarrollara durante el siglo XX. Por décadas nos vendieron la idea de un mítico milagro económico durante la posguerra, que nunca existió. México creció lo mismo que Perú en esos años, y menos que Brasil. Claro, mucho menos que cualquier país europeo.
No tenemos hoy, ni tuvimos durante el siglo XX, ni mejor educación, ni mejores servicios de salud que cualquier país comparable a nosotros. No tuvimos nada que no tuvieran otras naciones. Nada produjo el régimen de la Revolución que no sea la caterva de corruptos que tan bien conocemos.
Y es a eso a lo que Andrés quiere regresarnos. Claro, dice que será igual, pero sin corrupción. Desde hoy puedo decirle que eso es imposible: el régimen de la Revolución es inseparable de la corrupción. Desde que los hermanos de Pancho Villa empezaron a robar en el gobierno de Chihuahua en 1914, pasando por los múltiples negocios de los sonorenses, mejorando con la especulación inmobiliaria de Miguel Alemán a Luis Echeverría, y llegando a los negocios financieros de los años ochenta, el régimen debió ser corrupto para existir. Con esa corrupción se compraban voluntades, se mantenía la clientela. El corporativismo usó la corrupción para no usar la represión.
Y ya René Bejarano, Gustavo Ponce y Carlos Ímaz mostraron que eso no ha cambiado. Tampoco lo olvide.
Si aún así quiere usted votar por Andrés, hágalo, que para eso es la democracia. Pero hágalo con toda la información, para que después no se llame engañado.
macario@macarios.com.mx
Profesor de la EGAP del ITESM-CCM
13 de junio de 2006
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