Carlos Ramírez
La Crisis - Diario de (Pos) Campaña
04-09-2006
El tiempo es oro, dirían los clásicos. Pero en realidad el tiempo… es tiempo. Y dicta sus reglas y obliga a los hombres a someterse a los dictados del tiempo. Los tiempos se cierran y se abren y son los hombres los que tienen que padecer las condiciones del tiempo histórico.
Además de una neurosis de micrófono y de no poder estar todos los días en los medios porque entonces moriría su movimiento, López Obrador ha comenzado su cruzada contra todo el mundo. No hay, ciertamente, una función crítica. Se trata nada más de poner juego, de dar de qué hablar y de provocar reacciones. Este ambiente va a continuar todavía unas horas más y terminará cuando Felipe Calderón --me dicen que mañana martes-- sea declarado presidente electo. Entonces Calderón tomará para sí todo el espacio mediático que hasta ahora, con demasiado cuidado, ha dejado un poco al garete.
La guerra de López Obrador es, al final de cuentas, mediática. Ayer se lanzó muy duro contra el Ejército y hoy le contestaron. Y el asunto será archivado. López Obrador ha tenido que subir el tono de su confrontación para evitar la caída del desánimo. En el fondo, el candidato presidencial perredista ya perdió la principal de sus luchas. Y no fue la electoral sino contra las instituciones. Hoy por la mañana estuve en la ceremonia de clausura-iniciación de cursos del Colegio Militar. Ceremonia impresionante, con un pequeñísimo desfile militar. Ahí el general secretario Gerardo Clemente Vega García explicó el significado del desfile militar del 16 de septiembre y razonó hasta el por qué lo hace por las calles que tienen representación histórica: Zócalo, 5 de Mayo. Madero, Juárez y Reforma. Y lo hizo ante Alejandro Encinas, jefe interino de gobierno, sentado cerca del presidente de la república. Encinas no sólo no movió ningún músculo sino que dio toda una cátedra de lo que suponíamos sólo sabía el PRI y el PAN: tragar camote.
Lo demás fue lo de menos. Las instituciones ahí están. López Obrador sigue con su revolución de bolsillo y ya anunció la convocatoria al Constituyente. Ignorante del derecho, no sabe que el Constituyente, por mandato constitucional, es permanente. Y que la Constitución tiene formas de reformarse a sí misma. Sólo que para evitar caprichos dictatoriales, la Constitución exige el voto calificado de dos terceras partes de los legisladores. Y la bancada de López Obrador apenas ocupa un tercio. ¿Cómo convocar entonces a un nuevo Constituyente? Para hacerlo, se tiene que disolver el Congreso --lo que hizo Victoriano Huerta en 1913-- y llamar a nuevas elecciones. O sea que López Obrador ya se siente emperador y quiere mover todo a capricho.
Pero, en realidad, no hay que tomarlo en serio. El ambiente hoy no resintió la convocatoria a un nievo Constituyente. El tema es otro: la inminente calificación de Calderón como presidente electo. Y entonces toda la maquinaria política se pondrá en marcha para sacar a López Obrador de los medios. Por eso también el tabasqueño ha comenzado a insultar a los medios: quiere llamar la atención, desea seguir todos los días. Sus menguadas asambleas informativas ya no aguantan la presión diaria. Por eso ataca a los medios. Quiere que los medios hablen de él.
De ahí que no quede más que esperar. Todos los análisis ya están hechos. López Obrador quiere el poder pero no ganó las elecciones y sólo busca un pequeño espacio como jefe de la resistencia civil. Calderón está a la espera del dictamen del Trife. Y Fox prepara una gran campaña de medios para los tres meses que faltan.
Así que ya todo está dicho. Hay que esperar. Son sólo unas horas más y el Trife decretará al presidente electo. El país pasará a la siguiente etapa.
4 de septiembre de 2006
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