6 de septiembre de 2006

La importancia del perdedor

Dennise Maerker
Excélsior - Atando cabos
05-09-06

Mientras nosotros nos encontramos de lleno en una crisis producto de un largo y accidentado proceso electoral, en otra parte del mundo, un grupo de politólogos estudiaba la importancia de que los perdedores acepten el resultado para la continuidad de las democracias. Christopher Anderson, André Blais, Shaun Bowler, Todd Donovan y Ola Listhaung están por publicar en Oxford University Press un libro intitulado Loser´s Consent, El consentimiento del perdedor.

Estos politólogos parten de la idea de que las democracias dependen, no del comportamiento de los ganadores, sino de que los perdedores acepten el resultado. Son los perdedores los que finalmente deciden si van o no, y cómo, a pelear el resultado. De ellos depende, por lo tanto, que el proceso democrático se pueda seguir llevando a cabo en el largo plazo. La viabilidad de la democracia electoral depende —dicen los autores— de la capacidad que tenga el sistema político de mantener el apoyo y la lealtad de una parte considerable de individuos que están inconformes con los resultados.

Citan varios ejemplos, uno de ellos, la declaración de Al Gore el 13 de diciembre de 2000 después de que la Suprema Corte de Estados Unidos declarara a George W. Bush ganador de las elecciones presidenciales de ese año. Al Gore dijo: "Ahora la Suprema Corte de Estados Unidos ha hablado. Que no quede duda: aunque estoy fuertemente en desacuerdo con su decisión, la acepto. Esta noche, por el bien de nuestra unidad como pueblo y por la solidez de nuestra democracia, ofrezco mi consentimiento".

¿Por qué Al Gore aceptó el resultado cuando según las encuestas de ese día 97% de los que habían votado por él creían que era el legítimo ganador de las elecciones? ¿Por qué aceptó Al Gore cuando las razones para dudar del triunfo de Bush eran mucho más sólidas que las que hoy tienen a la joven democracia mexicana en aprietos?

Los autores del estudio se dedican justamente a eso, a desentrañar las condiciones y las circunstancias que hacen que perder sea más o menos aceptable y afecte más o menos la legitimidad de un sistema democrático en particular.

Hay que aclarar que por perdedores los autores no se refieren únicamente a los políticos directamente involucrados, sino a los ciudadanos que votaron por la opción perdedora. No se trata de conocer la sicología del líder, sino el efecto sobre el sistema político de que un número considerable de ciudadanos altere su confianza y fe en el sistema político a raíz de una derrota. ¿Qué puede ser de más actualidad para nosotros cuando, según las últimas encuestas, entre 32% y 39% de los ciudadanos piensan que el pasado 2 de julio hubo fraude?

Los autores llegan a las siguientes conclusiones:

El contexto es fundamental y la mayor o menor experiencia democrática es determinante. Dicho de otro modo, en países con democracias consolidadas, los perdedores están más dispuestos a aceptar la derrota porque saben, por experiencia, que habrá nuevas oportunidades para ganar. Además en las nuevas democracias ganar o perder suele pesar más porque las reglas mismas de las competencias futuras están en juego y suelen ser modificadas por la mayoría ganadora.

El diseño institucional afecta la disposición a aceptar la derrota. Esto es, los mecanismos electorales que conducen a la victoria o a la derrota son importantes. Es importante si son percibidos como justos y confiables. Como también es importante la forma en que se traduce en términos de poder real la victoria y la derrota. ¿Qué tanto va a poder influir en la definición de las prioridades el perdedor? Es un elemento fundamental para entender su predisposición a aceptar una derrota en un país determinado.


Las expectativas. El estudio demuestra claramente que, si el resultado de la elección propina un fuerte e inesperado revés a las expectativas de uno de los grupos en disputa, su confianza y fe en las instituciones pueden verse severamente afectadas; incluso si es el ganador pero esperaba serlo por un margen mucho mayor.

Acceso al poder. Los simpatizantes o militantes de partidos que nunca han estado en el poder son los más críticos respecto de la democracia representativa.

Conclusión: Los militantes y partidarios más apasionados y comprometidos, con menor nivel de escolaridad, en una contienda polarizada, fuertemente identificados con un partido o un líder que nunca haya ganado esa elección y en una democracia nueva, son los que más posibilidades tienen de no aceptar fácilmente una derrota.

Puesto así, la verdad es que las posibilidades de que no hubiera un conflicto poselectoral en nuestro país si López Obrador perdía después de un proceso electoral tan tenso y competido y con un resultado tan cerrado, eran prácticamente nulas. Los que pensamos en su momento otra cosa estábamos muy equivocados. El conflicto estaba cantado.

Pero ahí no termina el estudio. Los autores no sólo ven a los perdedores como el centro del sistema democrático, también los ven como el motor del cambio institucional. Y es que los perdedores que no aceptan el resultado tienen dos opciones: salirse silenciosamente del juego vía la abstención o protestar activamente. Finalmente es a ellos a los que más les conviene e interesa introducir cambios en la agenda política y en las reglas del juego. Esa es una opción. Ahí estamos.

denise.maerker@nuevoexcelsior.com.mx

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