6 de septiembre de 2006

Habemus electus

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo gordiano
06-09-06

Ayer, por fin, y después de dos meses y dos días de estar atrapados en el 2 de julio, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación concluyó la calificación de la elección presidencial. Se confirmó lo que desde entonces se sabía: que Felipe Calderón había ganado por un estrechísimo margen, tan estrecho como puede serlo 0.56% (que, lo sostengo, es un porcentaje absolutamente cruel para quienes no ganaron). Pero el dato es uno: Calderón venció y el TEPJF así lo confirmó ayer: que las reglas, la ley y las instituciones son lo que le da vida a cualquier democracia.

Sin duda, un fallo unánime cierra la puerta al nacimiento de un conflicto pos-poselectoral (o lo que es lo mismo, el conflicto después del conflicto). La pista legal concluyó y lo que veremos de ahora en adelante será el capítulo estrictamente político del cambio de poderes.

Y se abre el capítulo político. Pero no será una transición tersa como la que vivió Fox: no habrá luna de miel ni con los partidos ni con la sociedad. En ese sentido, el reto que Calderón tiene en los meses por venir, antes de tomar posesión, es un escenario de calabozos y dragones. Felipe Calderón tendrá que hacer uso de todos sus talentos políticos y de negociación, deberá poner a trabajar a todos y cada uno de sus allegados, también tendrá que poner en acción a los priistas y su conocido don de brujos, además de encontrar la forma de construir los puentes hacia el PRD y ganarse, si no la simpatía, al menos el respeto de ese 30% de mexicanos que hoy lo desconoce. Si en estos tres meses que anteceden a la toma de posesión, Felipe Calderón, ahora sí el Presidente electo, logra mandar un mensaje contundente de reconciliación, sin duda el arranque de su mandato será menos complicado y áspero de lo que hoy todavía se antoja…

La apuesta de AMLO. Obviamente, Andrés Manuel no actuará como lo hizo Al Gore luego del fallo de la Corte estadunidense (episodio del que Excélsior dio cuenta ayer en la sección Global). AMLO no reconocería el triunfo de su adversario ni aunque lo acostaran en la plancha cochina de tortura china. Pero es importante reconocer que, hasta el momento, sus acciones han sido más discursivas e histriónicas que radicales o violentas. López Obrador está actuando estratégicamente, como los negociantes: ha elevado el precio hasta las nubes, para irlo regateando en el camino y quedarse con lo que él considere conveniente. Le subió el precio al futuro mandatario, sí, pero sobre todo le subió el precio a los perredistas para que no lo abandonen. Del políticamente indestructible, AMLO querrá ahora pasar a ser el políticamente incuestionable. Jugará a la autoridad moral: pero aprendió del caso de Cuauhtémoc Cárdenas, y López Obrador va a jugar sus fichas hasta que se le terminen...

Construir los puentes. Decía Churchill que, "en la victoria, magnanimidad". Se me ocurre que la primera forma en que Felipe Calderón puede mandar un inicial mensaje de paz es reconocerle a los simpatizantes de López Obrador el talante efectivamente pacífico mostrado hasta ahora en el movimiento de resistencia. Empezar admitiendo algunas virtudes del movimiento aligerará poco a poco a éste su sentimiento de derrota (y le quitará, al mismo tiempo, el sabor a "resistencia"…).

yuriria_sierra@yahoo.com

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