4 de septiembre de 2006

Un Fidel Castro pirata con rasgos de Pinochet genuino

José Carreño Carlón
Crónica
4 de Septiembre de 2006

Una maestra de idiomas me muestra la acelerada evolución del estilo discursivo de Amlo hacia una estructura supuestamente mayéutica (el método de Sócrates de hacer preguntas para que los alumnos descubran la verdad). Fue una estructura explotada por el Fidel Castro de los llamados grandes “discursos educativos” —recordamos— asimilados por varias generaciones de la izquierda latinoamericana, desde hace más de cuatro décadas.

Incluso el acento de Amlo suena cada vez más cubano, me hace ver la maestra. Y enseguida pasamos a comentar los puntos más grotescos de esta impostación, ya sea ésta fruto de un despegue psicológico en el proceso de identificación de Amlo con su modelo del revolucionario latinoamericano, o ya sea producto de una impostura vulgar más del político tabasqueño.

Por una parte está la utilización del público de sus “asambleas” como paisaje escénico y como coro para la aclamación y el aplauso automáticos de las respuestas del caudillo.

Y es éste —en efecto— un recurso más del caudillismo latinoamericano que del método socrático, que se propone hacer descubrir al alumno las nociones que ya traía en sí mismo, por medio de preguntas dirigidas.

La “mayéutica” de Amlo suele agotarse en la fórmula de lanzar preguntas —cerradas a respuestas únicas— a clientelas y a devotos a quienes se siente facultado a tratar no sólo como alumnos, sino como alumnos retrasados.

Pero también recurre a fabricar preguntas artificiosas que ni se formula su público ni la respuesta está dirigida a esos alumnos, que sólo están allí para vitorear a Amlo y llenar de escarnio a quienes no lo siguen. La “mayéutica” está dirigida en este caso a las contrapartes del líder, fuera y de dentro de su movimiento.

Son preguntas prefabricadas para envolver advertencias y amenazas en las también prefabricadas respuestas.

Por ejemplo, tras elogiar el sábado a sus diputados y senadores que el viernes tomaron la Tribuna del Congreso para impedir el paso y el mensaje del Presidente en su Informe, les ordenó a sus devotos y clientes que se “imaginen cuántos telefonazos recibieron (los líderes de los partidos coaligados en su candidatura derrotada)... cuántos llamados al diálogo…, cuántas proposiciones indecorosas de nuestros adversarios…”.

Sólo que, con esta orden a sus alumnos a “imaginar”, en realidad les estaba diciendo a esos líderes partidistas que es mejor que ellos se imaginen que él, el jefe del movimiento, sabe con quién hablan por teléfono y con quién negocian sus enviados a las cámaras.

De Cuba y de Chile, con terror

Y tras resaltar enseguida que sus legisladores se “se mantuvieron con firmeza” en el proyecto de callar otra vez al presidente, lejos de extenderles un agradecimiento sin regateos, les reconoció, sí, sus supuestos “ideales y “principios”, pero enseguida les hizo ver que se deben a un movimiento del cual él es la cabeza indiscutible y que cuidado con darle la espalda al pueblo, o sea, a él.

Probablemente por eso el remate “socrático” de Amlo de ese sábado mereció el título de “la frase del día” en la edición de Reforma de ayer.

Es una joya del uso del “pero”:
—”¿Y por qué actuaron así nuestros legisladores? -Porque son gente con principios, con ideales pero también porque hay este movimiento y no se le puede dar la espalda al pueblo”.

En fin, concluye la maestra, “los discursos de Amlo parecen copias piratas de los discursos de Fidel…”.

El problema es que puede haber algo peor que tener una copia pirata de Fidel Castro perorando a todas horas de todos los días en el Zócalo.

De la cabeza principal de El Universal de ayer, combinada con un mensaje desde Chile del lector Mario Laureano asomó una pesadilla: una copia pirata de Fidel Castro pero con los rasgos y los propósitos genuinos del Augusto Pinochet que encabezó el movimiento nacional e internacional que en 1973 decidió corregir con la violencia ilegal el resultado de las urnas chilenas, mismas que en 1970 habían favorecido —también por un margen estrecho— la elección presidencial de Salvador Allende.

En Chile la derecha fue la golpista y en México es la izquierda la que se propone serlo, a juzgar por la “cabeza” de ese diario: “PRD amaga: así puede ser el 1 de diciembre”, una amenaza clara, a partir de declaraciones del jefe de la campaña y del vocero de Amlo, en el sentido de que así como se impidió el mensaje presidencial el 1 de septiembre, el 1 de diciembre se impedirá que tome posesión el presidente legalmente elegido.

“De verdad le digo que me recuerda mucho lo que sucedió con el gobierno de Salvador Allende en Chile” —escribe el lector suramericano—; no puedo evitar con profundo pesar, ver las similitudes... Cuando esta espiral de violencia toma fuerza se transforma en un tornado incontrolable aún para sus propios caudillos y líderes…”

jose.carreno@uia.mx

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