Denise Maerker
Excélsior - Atando cabos
03-08-06
La estrategia que está siguiendo Andrés Manuel López Obrador es tan paradójica que, en aras de un objetivo aún no definido o por lo menos no claramente explicado, está consumiendo el capital político acumulado por la izquierda en los últimos 20 años.
El PRD no se inventó ayer y los cuadros de izquierda que rodean a López Obrador tienen una larga trayectoria. Como todos sabemos, la izquierda mexicana tardó mucho tiempo en encontrar su lugar dentro de la lucha democrática. Fue hasta 1988, cuando Heberto Castillo declinó como candidato a la Presidencia por el Partido Mexicano Socialista a favor de Cuauhtémoc Cárdenas, que se sella la alianza entre la izquierda de origen priista y la izquierda tradicional surgida, parte de ella, de los movimientos reformistas y revolucionarios de los 60 y 70. De ahí surge el PRD.
Estigmatizado desde el inicio como una opción violenta, por su pasado revolucionario y sus métodos de lucha, al PRD le ha costado mucho tiempo y trabajo deslindarse de esa imagen. Parece remoto, pero los mismos que hoy alaban la moderación de Cuauhtémoc Cárdenas, en su momento lo presentaron también como un peligro para México. El triunfo de 1997 en el DF y los subsiguientes gobiernos perredistas fueron pasos decisivos para que a ese partido se le percibiera como una opción más dentro de la oferta política democrática.
Mucho de ese trabajo se está poniendo en juego hoy. Y si lo está, es porque el PRD no pudo en estos 17 años consolidar una auténtica vida interna.
Desde hace meses, el PRD desapareció. Las grandes decisiones son unipersonales y ni siquiera lo ocultan. En las últimas semanas, en las fechas decisivas, como el 2 y el 6 de julio, día de los cómputos distritales, no se supo nada del PRD ni las luces del edificio sede del partido en Monterrey 50 estuvieron prendidas. Y en este periodo poselectoral, en el que se han tomado decisiones importantísimas para el futuro del partido, no se conoce de deliberaciones, discusiones o desacuerdos entre los cuadros perredistas.
Esto es un asunto exclusivamente entre Andrés Manuel y la gente que se reúne en el Zócalo; es a ellos a quienes les pregunta, de forma totalmente retórica, si están o no de acuerdo con sus propuestas. ¿Y los cuadros del PRD? ¿Qué opinan los gobernadores Lázaro Cárdenas, Amalia García y Zeferino Torreblanca? ¿Dónde están Pablo Gómez o Leonel Godoy?
Quizá sea el costo que están pagando los perredistas por no haber sido nunca capaces de vivir sin un caudillo que los guiara; primero fue un Cuauhtémoc Cárdenas omnipresente y luego se entregaron sin reservas a López Obrador.
Lo cierto es que la radicalización y la consiguiente marginación del PRD en el escenario político mexicano es una terrible pérdida para la izquierda reformista de este país.
Alejandro Encinas es en este sentido el personaje emblemático de la tragedia que vive hoy la izquierda. Auténtico militante de izquierda y un cuadro prometedor, vital y carismático, a Alejandro le llovieron los halagos cuando asumió hace exactamente un año la Jefatura de Gobierno. El efecto de su estilo de gobernar fue percibido de manera inmediata. Se destensaron las relaciones con la Federación, se estableció una fructífera colaboración con el gobierno del Estado de México y mejoró notablemente la comunicación con los jefes delegacionales, incluidos los de oposición. Fue un auténtico respiro después de la tensión del proceso de desafuero y de los múltiples pleitos de Andrés Manuel, muchos de ellos, es cierto, producto de su condición de precandidato a la Presidencia.
Encinas llegó al GDF con la encomienda central de mantener a la ciudad en paz durante la campaña y cumplió. Hoy, como recompensa, López Obrador lo expone al escarnio público, obligándolo a solapar y a financiar, al menos indirectamente, el plantón poselectoral. A Encinas sus compañeros lo están atropellando con esta movilización y en su cara trae las marcas del camión que le pasó por encima.
¿Por qué lo hace? No sé. A lo mejor la dinámica entre los colaboradores cercanos de López Obrador se ha convertido en una competencia por demostrar quién es más leal y más radical. Quizás están acobardados de que los llamen traidores. No sé.
Pero, por una u otra razón, Alejandro ya no actuó como un hombre de Estado consciente de la responsabilidad que le da gobernar a esta ciudad. Ya no lo hizo.
Nadie le está pidiendo que use a la policía y reprima a los manifestantes, pero es que hemos sido testigos de que su gobierno no sólo ha sido permisivo, sino que ha colaborado activamente en la instalación de los plantones.
Tendríamos que estar frente a una situación realmente excepcional, un golpe de Estado o una deriva autoritaria del gobierno federal, para que el gobernante de la ciudad pudiera legítimamente dejar de lado su papel institucional y se convirtiera en el militante de una causa política.
Pero no es el caso. Por eso con estos bloqueos pierde la izquierda credibilidad y respeto y de pasada quema a uno de sus mejores hombres. ¿Por qué?
denise.maerker@nuevoexcelsior.com.mx
3 de agosto de 2006
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1 comentario:
Yo contesto, con lo que es mi opinión. Cuando lópez se ausentó para continuar su campaña, en la que ya tenía cinco años, dejó a Encinas en su lugar, y a mi me pareció que era una persona mucho más madura, con más talla de gobernante para manejar esta, inmanejable, ciudad.
Lo vi, más moderado, sin los excesos ni retóricas de lópez y, por qué no decirlo, más capaz.
¿Por qué lo está sacrificando lópez?, no es lópez el que lo está sacrificando, se están sacrificando todos los duros del PRD, en aras de un gran fraude, el que los seguidores de lópez quieren hacer a nuestra joven democracia, sembrando dudas, con verdades a medias y mentiras completas.
Exigen conteo de voto por voto y casilla por casilla y no lo ponen en su impugnación, ningún juez le da a un quejoso nada que no le pida.
Esa es una de sus verdades a medias.
El que la elección fue un cochinero es una mentira completa, ya que hasta ahora no han podido probar su dicho.
El que hubo inequidad es otra mentira completa, ya que teníamos a lópez hasta en la sopa, y lo seguimos teniendo.
El que se usaron programas sociales para la inducción al voto, es una verdad completa, porque lo usaron ellos para coaccionar, léase viejitos, madres solteras, beneficiarios del INVI, etc.
En las zonas en donde opera oportunidades, la votación fue para lópez.
Y podría seguir y seguir, pero lo que más me indigna es que habitamos una ciudad sin ley y los ciudadanos estamos indefensos ante lo que quieren hacer estos dizque representantes de los pobres.
Pobres de los pobres.
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