Ricardo Pascoe Pierce
El Universal
19 de julio de 2006
Felipe Calderón ganó las elecciones presidenciales del 2 de julio, por un estrecho margen, a su más cercano contendiente, López Obrador. ¿La estrechez de su margen de victoria cancela el resultado? No, porque así lo decidió el electorado. Lo que está aconteciendo después de la elección es pura fantasía. O fantasía pura.
En Italia el candidato de centroizquierda, Prodi, le ganó al candidato de centroderecha, Berlusconi, por 25 mil votos. Berlusconi cuestionó el resultado, pues los votos del exterior favorecieron a Prodi, cuando ese derecho al voto para los italianos en el exterior lo gestionó el propio Berlusconi. En México el PAN le ganó al PRD por más de 24o mil votos. Y éste alega un fraude descomunal. ¿Descomunal? Hubo 1 millón 241 mil 094 representantes de partidos, candidatos y de coaliciones en las poco más de 131 mil casillas instaladas en el país. Es decir, hubo un promedio de nueve representantes por casilla. Por otro lado, hubo 25 mil 311 observadores nacionales registrados que se movieron de casilla en casilla (dos o más casillas por observador) y 693 visitantes internacionales de 60 países. La presencia "observadora" era amplia y contundente, tanto de partidos y candidatos como de observadores imparciales.
Fueron capacitados 2.2 millones de ciudadanos como funcionarios de casilla y, de entre ellos, más de medio millón de ciudadanos libres recibieron y contaron los votos, ante los ojos de los representantes de partidos y coaliciones y los observadores nacionales y extranjeros. En el 87% de las casillas hubo al menos una fuerza política representada y en el 78% fueron por lo menos dos. Así que hubo una fuerza (el PRD, en este caso) que no tuvo representantes en cerca de 40 mil casillas en todo el país. De las tres principales fuerzas contendientes, resultó ser el más débil y desorganizado. Pero es el que asegura tener pruebas de un fraude electoral.
No ha demostrado el fraude. AMLO dijo que era cibernético, y tenía a sus seguidores fantaseando sobre logaritmos matemáticos metidos en las computadoras del IFE para "borrar" votos del PRD. Ahora dice que no: el fraude se cometió en casillas y cómputos distritales, ante los ojos de todo el mundo presente. Camacho dice que los gobernadores "lo ordenaron". ¿Ordenaron a miles y miles de ciudadanos libres que cometieran fraude? Por supuesto que no. Mienten por desesperación y confusión. Ya no hallan qué decir, para justificar su derrota.
Derrota. La palabra que destruye carreras políticas promisorias. La palabra que jamás pasó por la cabeza de AMLO, Camacho y demás. La palabra que los hace temblar de miedo. Para no admitirlo, y asumirse como demócratas en su justo papel dentro de la democracia mexicana, inventan un alegato y denuncia sin sustento y sin verdad. Son hombres que carecen de valentía para afrontar sus graves errores cometidos a lo largo de la campaña y se niegan a admitir su falibilidad.
Un ejemplo: el error de las alianzas internas y externas. A partir del reparto "alegre" de curules para supuestamente garantizar sus votos, el PRD probablemente quedará con menos curules que en la legislatura saliente. Eso resulta inadmisible para ese partido. Rosario Robles le habrá dado más curules al PRD que AMLO. ¿Por qué? Porque después de restar las curules de Convergencia y PT, de los que quedan, la mitad son "independientes" o priístas renegados que ya no pertenecen a ningún partido, y no sienten lealtad al PRD, especialmente ahora que se confirme que AMLO perdió la elección. De las 123 curules que quedan, la mitad se irán por la libre.
El PRD no es una fuerza legislativa considerable, si se toman en cuenta estos factores. El PRI llenará el espacio de la oposición responsable que busca acuerdos para que el país funcione y avance. El PRI pactará con Calderón, como lo harán Convergencia, Alternativa y otras fuerzas, para dar solidez a acuerdos institucionales. ¿Y el PRD? Después de que el TEPJF ratifique la victoria, por escaso margen, de Calderón, AMLO se va a declarar el verdadero Presidente popular y, siguiendo la usanza de Juárez, recorrerá el país en su carruaje, buscando desestabilizar a México, como él mismo lo dijera, "en lo político, social, económico y financiero...".
No hubo fraude en la elección pasada, principalmente porque la gente no lo hubiera permitido. Ese discurso es un ardid de hombres incapaces de afrontar sus errores. Hombres llenos de miedo de pagar las consecuencias de sus cálculos fallidos y que buscan, hasta por debajo de las piedras, a los responsables de su debacle.
ricardopascoe@hotmail.com
Analista político
19 de julio de 2006
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