Germán Dehesa
Reforma
17 de julio de 2006
CHÁCHARA DOMINICAL: Todavía no me repongo. Una cosa es despertar y ver el mar de Cancún y otra, muy otra, es despertar y ver a la Capufe que, para colmo de males, está “sentida” conmigo y me mira con ojos de señora mexicana que lucha por resignarse a los abandonos y malos tratos de su futbolero cónyuge.
El viernes por la tarde regresé para descubrir que, tanto el aeropuerto de Cancún como ¡el de México!, parecen salidas del Metro o manifestaciones pro AMLO. Su Charro Negro con más de cinco personas se engenta y con estos alzamientos populares se frenetiza. Tan grave ha sido el trauma, que me he prometido no volver a pisar un aeropuerto meshica hasta que termine el verano. Como decía una tía mía muy propia: “una no tiene ninguna pinche necesidad”.
Regresé con el tiempo contado para dar una populosa función en mi nocturno lugar de trabajo. El sábado lo dediqué a la aclimatación y a la no necesariamente grata tarea de ponerme al día con respecto al mundo, al país, a mi ciudad y a mis amigos. Con respecto al país, he de decir que lo encuentro en vilo. Ni yo, ni nadie sabemos qué va a pasar en este cada vez más enredado litigio por la Presidencia de la República. Yo encuentro, aunque nadie me hace eco, varias mexicanísimas soluciones: a) un volado; b) la instalación de un ring en el Zócalo para que se enfrenten los dos candidatos y diriman a guantones el triunfo de uno u otro; c) que se vayan a tiros penales y d) que cada uno gobierne un semestre y se dejen de estar fregando. Por lo pronto, nadie le ha prestado oídos a estas prácticas soluciones y así llegamos a la megachorcha de hoy domingo.
Todos están de acuerdo en que la asistencia superó al millón, pero que en la próxima, citada para el día 30, va a haber más. Es posible, aunque yo no acabo de entender el valor democrático que pueda haber en este “echarle montón” al Trife cuando éste apenas comienza sus tareas de evaluación de las pasadas elecciones. Yo entendería estas movilizaciones después de que el Trife diera su veredicto y en él mostrara de manera flagrante su parcialidad y/o ineficiencia. Hacerlo antes lo único que revela es que AMLO quiere tronar esta elección y esperar, cuéstele lo que le cueste al país, una segunda oportunidad. Me imagino lo que me van a decir, pero de ningún modo acepto, avalo o apoyo este peligroso juego del candidato del PRD (por cierto, ¿alguien ha visto al PRD?) en el que entra y sale de la legalidad con su desfachatez habitual.
En la parte medular de su “informe” de hoy, AMLO exige e iza como pendón personal el valor de la transparencia. Es a nombre de ella que demanda un nuevo conteo “casilla por casilla y voto por voto”. Dejando de lado la ofensa frontal que esto implica para un millón de ciudadanos que atendieron las casillas y que contaron voto por voto, me detengo en el asunto de la transparencia. Me parece que en esto y sin ánimo de ofender, AMLO no tiene madre. ¿O acaso hubo transparencia o él la procuró en la actuación de Ponce y de Bejarano? Yo fui parte del comité honorario que él formó para que varios ciudadanos decentes supervisáramos los ingresos del GDF. Todo fue bien hasta que llegó el momento de pedir transparencia. Ahí se rompieron las comunicaciones y presentamos una renuncia que hasta hoy no ha tenido ni disculpa, ni respuesta. No hubo transparencia en los manejos del GDF y AMLO jamás permitió, so pretexto de que sería “crear más burocracia”, la instalación de un organismo que transparentara los manejos públicos. Y hoy, ¿este mismo señor viene a desatar sus angustias tropicales a nombre de la transparencia? Si ganó o perdió no lo sé, pero que no me venga con sus invocaciones a la transparencia.
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german@plazadelangel.com.mx
17 de julio de 2006
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