Reforma - Jaque Mate
18 de Julio de 2006
“Se non è vero, è molto ben trovato” (”Si no es cierto, es una buena invención”)
Giordano Bruno
Giordano Bruno
Perdón, pero siempre no: finalmente el fraude no fue “cibernético”. Todos los argumentos sobre el fantasioso algoritmo del PREP, que después se utilizó para manipular el conteo manual de las actas para dar milagrosamente el mismo resultado que el PREP, fueron un simple error. El verdadero fraude electoral “está en los papeles”. Esto es por lo menos lo que dijo Andrés Manuel López Obrador ayer en una entrevista para el programa de radio de Miguel Ángel Granados Chapa en Radio UNAM. “Es un fraude a la antigüita”, afirmó en la entrevista.
Quizá este cambio de fraude no le parezca importante a López Obrador, quien está empeñado en probar que hubo un complot en su contra de una manera u otra. Quizá tampoco le inquiete a su equipo de campaña: a Leonel Cota, Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Monreal, Manuel Camacho y Claudia Sheinbaun que en foros distintos han explicado una y mil veces el fraude electrónico.
Pero los que deberían sentirse insultados son el millón de simpatizantes de Andrés Manuel que el pasado domingo 16 de julio acudieron a la mayor marcha de la historia del País para protestar por un “fraude electoral” que ahora resulta nadie sabe cómo se llevó a cabo.
Quizá el propio López Obrador no se da cuenta del error tan grave que ha cometido. Una cosa es protestar el resultado de una elección porque uno ha encontrado pruebas de un fraude y otra muy distinta buscar el fraude hasta por debajo de las piedras para justificar una derrota. Pero esto último es lo que claramente está haciendo Andrés Manuel al argumentar primero que fue objeto de un fraude informático sólo para cambiar de explicación días después y afirmar que el fraude fue físico.
Con este reconocimiento, por lo pronto, se le cae a López Obrador buena parte de su estrategia jurídica y política. El argumento detrás de la exigencia del recuento voto por voto era que se había hecho un fraude cibernético por lo que había que buscar en las boletas físicas la expresión perdida de la voluntad popular. El que la legislación prohíba la apertura de paquetes, por lo que esto podría generar la anulación de la elección, no tenía nada que ver con la demanda. ¿O sí? El PRD, después de todo, no estaba pidiendo la anulación, sino que se limpiara la elección.
Pero si el fraude fue “a la antigüita”, si se hizo en las boletas y las urnas, el recuento de votos será simplemente inútil. Si los magistrados del Tribunal Electoral cedieran a la presión y aceptaran el recuento, el que el resultado final fuera igual al de las encuestas de salida, el conteo rápido, el PREP y el conteo de actas no sería ya una comprobación de la limpieza del proceso sino -¡sorpresa!- del fraude.
No sorprende que López Obrador haya decidido cambiar su historia. El cuento del fraude cibernético era realmente poco creíble. El PREP sí es una transmisión electrónica de los resultados de las actas, pero tanto el conteo de los votos como la suma de las actas se hacen de manera física. Nadie en el PRD ha logrado explicar cómo se cambiarían los conteos físicos por la vía electrónica.
Los expertos en informática ya habían señalado que no hay un algoritmo que pueda realizar el fraude del PREP del que los perredistas acusaban al IFE. Pero además había un problema político. Juan Ramón de la Fuente, el rector de la UNAM y presunto Secretario de Gobernación bajo López Obrador, primero dijo el 2 de julio que el PREP era confiable porque había sido hecho por técnicos de la UNAM sólo para que días después se deslindara y responsabilizara del PREP solamente al odiado IFE. Pero resulta que en el comité técnico asesor del PREP se encuentran especialistas de la UNAM tan prestigiados como Alejandro Pissanty, el director general de servicios de cómputo académico de la máxima casa de estudios. Tarde o temprano él y los demás especialistas habrían tenido que aceptar que el PREP no contenía ningún algoritmo de fraude. Y dada su reputación, López Obrador difícilmente podría haberlos acusado de corrupción como a sus representantes de casilla.
El fraude a la antigüita, sin embargo, genera nuevos problemas para López Obrador. Antes, en los viejos tiempos del PRI, se podían hacer fraudes físicos porque no había representantes de partidos en las casillas. Hoy ni siquiera los representantes de la alianza Por el Bien de Todos vieron señales de ese fraude a la antigüita. Y Andrés Manuel podrá acusar a algunos de corrupción, pero no a los 100 mil que participaron en la jornada electoral.
La declaración a Granados Chapa confirma que López Obrador sigue buscando una justificación de su derrota. Si el fraude no ocurrió de una manera, entonces fue de otra. Andrés Manuel parte primero de la conclusión para después buscar las pruebas. Si una hipótesis no funciona, hay que ensayar una nueva. Lo único que no puede cambiar es la conclusión.
López Obrador no es un demócrata que esté buscando que se cumpla la voluntad popular expresada en las urnas. Simplemente quiere demostrar que el único resultado posible de la elección es un triunfo suyo.
Guelaguetza
Dicen que están defendiendo los intereses de los que menos tienen. Pero al obligar a la cancelación de la fiesta de la Guelaguetza, y asfixiar al turismo de Oaxaca, los maestros de la sección 22 del SNTE están acabando con cientos si no miles de empleos. Y lo peor es que nadie se atreve a hacer nada al respecto.
sarmiento.jaquemate@gmail.com
1 comentario:
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