Ricardo Alemán
El Universal - Itinerario Político
30 de agosto de 2006
La presidencia de la Mesa Directiva tiene el control político de San Lázaro, mientras que la Junta de Coordinación Política controla los dineros. Poca cosa
La guerra ha comenzado. Y del 1 de septiem- bre al 1 de diciembre, el escenario privilegiado para las hostilidades será el Congreso de la Unión, sus respectivas Cámaras de Diputados y de Senadores, aunque de tanto en tanto los guerreros nos seguirán regalando el espectáculo de sus escaramuzas en los territorios ocupados del corredor Zócalo-Reforma.
La primera batalla, y la más significativa -que se dio en el territorio neutral del TEPJF-, está por terminar y probablemente será ganada por Calderón, quien resultaría el presidente electo. Pero sólo fue el inicio de lo que amenaza como una guerra prolongada y de alta intensidad. Las hostilidades mayores han comenzado y la primera señal fue el mayoriteo que, luego de un inédito debate, le aplicaron al PRD las bancadas de PAN-PRI para dejarlo fuera de los órganos de dirección política y control presupuestal de la Cámara de Diputados.
Y esa pista, la del "planchazo" al PRD en la "casa del pueblo", no es un asunto menor, sino uno de los indicios más significativos y preocupantes de que la guerra entre la dupla PRD-AMLO y la mancuerna PAN-Calderón será una guerra a muerte, sin cuartel, y de graves consecuencias para todos. Pero además establece el principio de alianza entre la mayoría de los grupos parlamentarios -por lo pronto PAN, PRI, PVEM, Panal y Alternativa-, que parecen dispuestos a dejar fuera de las negociaciones a los integrantes de la coalición Por el Bien de Todos.
¿Por qué dejarlos fuera? Se puede decir que los lopezobradoristas "no son confiables", que "son violentos", que se niegan al diálogo y al acuerdo. Se puede decir misa. Pero lo cierto es que los dejan fuera porque simple y llanamente se vive la guerra. Y en la guerra política no hay cuartel, no hay concesiones. Por eso, el PAN y el PRI se repartieron la Mesa Directiva, para los primeros, y la Junta de Coordinación política, para los segundos. ¿Y eso a quién le importa?, se podría preguntar. Pues casi nada, que la presidencia de la Mesa Directiva es el órgano legislativo que mantiene el control político de San Lázaro, mientras que la Junta de Coordinación Política controla la administración de los dineros. Poca cosa.
Esa alianza PAN-PRI -a la que se sumarían PVEM, Panal, Alternativa- se podría convertir en los próximos tres años en una fuerza electoral capaz de sacar adelante las reformas constitucionales que les plazcan. Es decir, las reformas que por las razones que se quieran logren acordar esos partidos. ¡Claro!, sin tomar en cuenta al PRD. Y es que de poco le servirá al PRD ser la segunda fuerza electoral mexicana -la segunda fuerza en San Lázaro y la tercera en la casona de Xicoténcatl-, si insiste en la radicalización, en impulsar la guerra de AMLO contra el probable gobierno de Calderón. El PRD corre el riesgo de quedar fuera de toda reforma en la primera mitad del próximo gobierno.
Si el PAN confirma el control de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, un panista responderá el sexto informe de Vicente Fox, podrá pedir que se mantenga la vigilancia militar en San Lázaro y hasta reclamar, en caso de disturbios, que intervenga la fuerza pública en la llamada "casa del pueblo". Pero además le corresponderá a un panista recibir la banda presidencial del mandatario saliente, Vicente Fox, y colocarla al presidente electo, que podría ser Calderón. Y como se vive una guerra, los aliados en San Lázaro pretenden quitarle al PRD las armas para evitar todo intento de fusilar a Fox, aunque en realidad él no se irá limpio. Y como están en guerra, el PRD se negó a integrar las Comisiones de Cortesía para acompañar al Presidente al informe. Esto es, le endilgan la primera descortesía.
Pero otros frentes de esa guerra ya se viven en las afueras de San Lázaro, en donde las escaramuzas personales Fox-AMLO provocaron los amagos perredistas de bloquear el recinto parlamentario y una insultante y hasta ridícula militarización de "la casa del pueblo". Esa misma guerra seguirá en el corredor Zócalo-Reforma, el 15 y 16 de septiembre, en donde los dos protagonistas pelearán por esos espacios, como si se tratara de un botín de guerra.
En otros espacios la guerra adquiere características distintas, pero al final de cuentas son parte de la misma escaramuza. Son muchos los que dudan que partidos como Convergencia y del Trabajo romperán la coalición de AMLO. Se les olvida que, junto con el Partido Verde, esas fuerzas políticas no son más que mercaderes de la política, que se venden al mejor postor y que si hoy declaran fidelidad absoluta a los amarillos, ayer la declararon a los tricolores, y mañana la declararán a los azules. En días pasados señalamos aquí que el PT y Convergencia romperían tarde o temprano la coalición. Hoy se sabe que en el Senado, el Panal y el PAN les prestarán dos senadores al PT, a cambio de que creen su propio grupo parlamentario, rompan la coalición y voten junto con la gran alianza. Esa es una guerra de pesos y centavos. Y lo mismo harán muy pronto Convergencia y Alternativa. El PRD corre el riesgo de quedar solo, de aislarse y de perder su valioso capital para hacer los cambios que reclaman sus electores. Es la guerra. Al tiempo.
aleman2@prodigy.net.mx
30 de agosto de 2006
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