29 de agosto de 2006

Jacobo y Andrés Manuel: La Hora de la Verdad

Regina Santiago Núñez
Crónica
29 de Agosto de 2006

Estamos hechos de la misma materia que nuestros sueños.
Shakespeare en La Tempestad

Se ha iniciado la cuenta regresiva para desentrañar el misterio de un insólito proceso electoral. El tribunal ha confirmado la ventaja de Calderón, pero deja pendiente la decisión sobre si anula o no la elección en su conjunto. Mientras más tiempo pase crecerá la presión sobre los magistrados para que abran las puertas a un interinato.

Todo esto parece confirmar, por lo menos en parte, el diagnóstico y la advertencia de The Wall Street Journal en un editorial institucional publicado la semana pasada. Diversos actores políticos y grupos empresariales impulsan la opción del interinato, en una estrategia que aprovecha la imagen de ingobernabilidad generada por las acciones de grupos radicales tanto en la Ciudad de México como en Oaxaca. El objetivo sería generar la percepción de que es imposible convalidar el triunfo de Calderón y para desactivar la violencia no habría otra opción que la de anular las elecciones. El diario indica que mientras los mexicanos nos mantenemos distraídos con estos conflictos, otros países sacan provecho de nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo. México pierde entonces la oportunidad de ejercer el papel de liderazgo que le corresponde en el escenario latinoamericano.

En este contexto, cabe considerar que mientras más se prolongue la incertidumbre, mayor será la tentación entre diversos sectores nacionales e internacionales de jugar las cartas del interinato. Ya se han manejado los nombres del rector de la UNAM, del propio Manuel Camacho y hasta de quien fuera presidente de la Suprema Corte, Genaro Góngora Pimentel.

Pero, ¿cuáles son los cauces subterráneos en toda la intriga del interinato? ¿Cuáles son las fibras emocionales, humanas, sensibles que toca este tema en los personajes involucrados? La entrevista que Jacobo Zabludowsky hizo a López Obrador el viernes 25 de agosto es un instrumento muy útil para conocer detalles sobre el tema.

Esa noche, López Obrador anunció ante sus seguidores algo que horas antes había revelado en la entrevista con Zabludowsky: Que en caso de que el tribunal electoral valide la elección, el fallo será interpretado como un golpe de Estado, por lo que convocará a sus seguidores a actuar en consecuencia.

Considerar un fallo adverso como un “golpe de estado” va en la misma línea de comparar a Fox con Gustavo Díaz Ordaz o Victoriano Huerta. Un “simple giro retórico”, dicen los defensores de AMLO; “rasgos de un trastorno mental”, dicen sus críticos. Lo que la gente pide, dicen algunos de sus asesores; esas mismas voces que, en su momento, le aconsejaron aferrarse al “¡Cállate, Chachalaca!”, grito de batalla que logró enardecer al ala radical de sus seguidores, pero que estremeció a otros posibles votantes. Para muchos no fue sólo una frase; fue una prueba contundente de una concepción autoritaria del ejercicio del poder. Hay quienes señalan que la verdadera campaña del miedo la estructuraron quienes, desde el entorno inmediato de López Obrador, alimentaron ese tipo de actitudes que luego fueron aprovechadas por sus adversarios para colocarlas en el gran escaparate de los spots.

La tarde del 25 de agosto, en el estudio de Radio Centro, Zabludowsky hizo pocas preguntas. Con su estilo habitual, entre sonrisas, cuando concluyó la entrevista le hizo notar al público y al propio López Obrador que llevaban casi noventa minutos de monólogo, pues su invitado prácticamente no lo dejó hablar. No hubo acoso, no hubo momentos tensos. Zabludowsky simplemente dejó que López Obrador se mostrara tal como es.

La entrevista tiene muchos momentos que permiten observarlo no sólo en el aspecto político, sino como un ser humano en un momento crucial de su existencia, sujeto a presiones, pasiones, desilusiones y traiciones. El hombre y su circunstancia, diría el filósofo Ortega y Gasset; esa circunstancia que es fundamental para comprender la forma en que un ser humano toma decisiones que afectan su propia vida y la de quienes lo rodean.

Hubo dos momentos de esa entrevista, sobre los que me parece importante reflexionar. El primero, cuando Zabludowsky le pregunta a López Obrador sobre sus planes y lo lleva a reconocer que no le interesa encabezar una oposición política que, por las vías institucionales, pudiera impulsar la aplicación de su programa social y de defensa de los pobres.

Nuevamente es el propio López Obrador quien, como en el caso del chachalaqueo, da municiones a sus críticos. Él mismo alimenta la percepción de que aunque en las palabras señale que no le interesa el poder por el poder, sus actitudes muestran que para él la lucha ha quedado reducida a incitar a sus seguidores a que generen las condiciones para cumplir su sueño de sentarse en la silla de un Palacio.

Otro momento importante fue cuando Zabludowsky preguntó si le resultaría aceptable una presidencia interina. Zabludowsky llevó a López Obrador a que se explayara sobre el interinato, y finalmente éste declaró que aunque eso no es lo que él desea, sería menos terrible que el monstruoso reconocimiento del triunfo de Calderón. El posicionamiento se había consumado.

Sin embargo, al percatarse de que convalidó públicamente una opción que no le resulta conveniente, López Obrador quiso cambiar de tema. Tras una de sus pausas características, buscó la anuencia y complicidad de Zabludowsky y le dijo: Le voy a adelantar a usted, a usted, licenciado, le voy a adelantar cuál es el plan que seguramente tienen, porque son muy obvios. López Obrador se refirió entonces a que Salinas se habría convertido en asesor de Calderón y le estaba aconsejando aplicar sus políticas sociales y algún “quinazo” para adquirir, a través de acciones de gobierno, la legitimidad que no tuvo en las urnas.

La deferencia con que López Obrador trató a Zabludowsky en éste y otros momentos de la entrevista quizás haya provocado disgusto en José Gutiérrez Vivó, quien en el contexto de su pugna personal con Radio Centro, considera a Zabludowsky como un usurpador. Zabludowsky ha comentado que él tiene otra perspectiva del asunto. La salida de Televisa y su retorno a la radio fue sin duda un factor determinante para que él rompiera antiguas ataduras, pero ahora que esta entrevista nos permite reflexionar sobre el ser humano y su circunstancia, quizás también valga la pena considerar otros elementos para comprender el periodismo que hoy practica.

Desde hace varios años Jacobo es un hombre que ha enfrentado el acecho de la enfermedad y del dolor; la conciencia de la muerte. Estos son elementos que suelen hacer que se valore la vida de una manera diferente. Hoy quizás vemos a Zabludowsky como un hombre que poco a poco ha ido dejando atrás las viejas ataduras y trata de ir ganando su libertad; trata de afianzar el compromiso consigo mismo.

La presencia de la enfermedad genera situaciones límite. No sé por qué, al momento de escribir estas líneas, al pensar en las circunstancias personales de Jacobo y Andrés Manuel en el momento de la entrevista, viene a mí la imagen de otro hombre que hace casi quinientos años, tras vivir largos meses de agonía, decidió modificar el curso de su historia personal y de la de muchos otros seres humanos.

En los primeros meses del año 1522, Ignacio de Loyola dejó atrás una vida de juegos e intrigas palaciegas y emprendió una larga peregrinación interna y externa. La bala del cañón que le destrozó una pierna, lo obligó a una etapa de reflexión tras la cual surgió una manera muy especial de concebir el ejercicio del poder. Ignacio comenzó sacudiendo su propia conciencia. Luego quiso impregnar en los jóvenes estudiantes de la universidad de París —de diversa extracción social— la noción de amar y servir; del compromiso con la causa de los pobres.

Una de las imágenes que obsesionaron a Ignacio fue la del momento en que Jesús lava los pies a sus discípulos, con lo que los hace interiorizar el espíritu de servicio. Así, aquel que pretenda mandar, aquel que pretenda gobernar, deberá mantener siempre presente esa imagen y todos sus símbolos. Esa manera de entender la vida le ganó muchas enemistades. La Inquisición lo persiguió y lo encarceló. También fue estigmatizado por aceptar entre los fundadores de la Compañía de Jesús al español J. Polanco, de origen judío. A pesar de ello, Ignacio nunca rompió con las instituciones; pretendió transformarlas desde dentro.

Sus detractores, aunque también muchos de sus seguidores, lo llamaban El Loco de Dios. Así se fue construyendo en torno de él una leyenda blanca, impulsada por sus adeptos, y una leyenda negra, promovida por sus detractores. Hay quienes afirman que Miguel de Cervantes se inspiró en esa historia para dar vida al Quijote.

No sé por qué al analizar la entrevista de Zabludowsky a López Obrador vino a mi mente esta imagen; quizás por las reflexiones sobre el ejercicio del poder; quizás por lo que todo esto nos dice sobre lo que implica comprometerse en la defensa de los pobres. O tal vez porque hace tiempo, escuché del propio Jacobo la versión de que la verdadera razón para el cambio de fecha del arranque de la candidatura de López Obrador fue que éste no quiso que se diera un 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola. En aquel entonces me pareció sólo una anécdota. Hoy su recuerdo quizás permita aportar un elemento en la reflexión sobre lo que confluyen en el inconsciente del ser humano cuando se enfrenta con su destino.

rsantiagmx@yahoo.com.mx

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