11 de julio de 2006

Desmesuras

Ramón Cota Meza
El Universal

11 de julio de 2006

Digamos pronto que recontar todos los votos de la elección presidencial es una pretensión desmesurada. Insistir en ella es como pasar por encima de los 900 mil ciudadanos que participamos de buena fe y con el mejor esfuerzo como funcionarios de casilla. La ofuscación de la coalición perdedora es comprensible, y sus reclamos fundados deben ser atendidos con imparcialidad. Pero su exigencia de recontar todos los votos está fuera de lugar. Por el Bien de Todos, la coalición homónima está emplazada a rectificar su postura.


La disputa legítima se limita a las 10 mil o más actas que expresan alrededor de 2.5 millones de votos, pero éstos ya se recontaron y no alteraron los porcentajes previos. Es probable, sin embargo, que muchas irregularidades hayan pasado inadvertidas o no hayan sido evaluadas con el rigor necesario por las razones que fueren. Los quejosos han presentado miles de documentos probatorios a la instancia judicial del caso. Los que sean procedentes deben ser evaluados y calificados hasta despejar toda sombra de duda.

Por otro lado, los errores de las actas "inconsistentes" deben ser conocidos por el público porque expresan más de 5% de los votos. Esto no significa que esos votos deban ser anulados, pues los errores están en las actas y no en las boletas de votación.

El gran error, me parece, está en el complicado proceso diseñado por el IFE, que llevó a muchos funcionarios de casilla a equivocarse al llenar una docena de actas y hojas reglamentarias, un exceso evidente de requisitos para registrar el proceso. Demasiado expertismo para actos tan simples.

Los funcionarios de casilla recibimos un Manual del funcionario de casilla de 96 páginas y un Cuaderno de ejercicios de 55 páginas. El primero contiene 232 instrucciones y advertencias; el segundo contiene 74 reactivos, incluyendo un crucigrama para entretener al funcionario con áridos acertijos. Me tomó dos horas leer el manual y resolver los ejercicios. Aun así, me hice bolas en más de un paso. Mis compañeros, que tenían experiencia burocrática, me sacaron de apuros. A la secretaria que llenó las actas se le entumió la mano de tanto escribir.

Al advertir que no reunía el perfil para un desempeño eficiente, me propuse servir como edecán de los votantes que arribaban desorientados a la casilla, lo cual fue aceptado en el acto por mis compañeros. "¿Viene a votar?, su apellido por favor, pase por aquí, gracias." Hubo más de 80% de votantes del padrón en una sección conservadora. El PAN sacó ventaja superior a 30% en las tres urnas. Hubo muchos votantes de la tercera edad, no pocos discapacitados y muy pocos jóvenes. Contar votos y llenar actas nos tomó tres horas (integrar el expediente exige 22 pasos reglamentarios).

Hay razones para sospechar que los errores ocurridos en las actas fueron causados por la extrema burocratización del proceso. El sentido común indica que éste debería constar en una sola acta con la información básica, pues se supone que la autoridad electoral y los partidos deben confiar en la buena fe de los funcionarios de casilla.

La simplificación del proceso debería ser un corolario del elemental acto democrático que debe traducirse al lenguaje jurídico. Pero no. El IFE diseñó el proceso pensando más en los partidos y los jueces que en los ciudadanos.

Algunas causas de esta exageración son: a) la herencia de desconfianza que está en la base del sistema electoral, desconfianza entre las instituciones y los actores políticos que contamina sus relaciones con la ciudadanía; b) la propensión de la autoridad electoral a superar a sus predecesores y ganar el aplauso de la opinión pública nacional e internacional, sobre todo de sus pares expertos; c) la necesidad de la autoridad electoral de proteger la carrera de sus miembros, estableciendo todo tipo de salvedades para que, en caso de error, se culpe a la ciudadanía.

Estaba yo redactando este artículo cuando un funcionario del Instituto Federal Electoral, un joven amable y diligente, tocó a mi puerta: "Vengo a entregarle el diploma por su valiosa participación, señor. Firme aquí de recibido". Ya lo mandé a enmarcar a manera de homenaje a la inutilidad.

blascota@prodigy.net.mx
Analista político

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