12 de julio de 2006

El videofraude: daño moral

Yuriria Sierra
Excélsior - Nudo Gordiano

12-07-06

Ora sí, ya se le botó la canica. La historia del video del fraude resultó, en realidad, todo un videofraude. (Capítulo que parece salido de El Resplandor —del rayito de esperanza—). Así que el villano, en realidad, no era un mapache: era tan sólo un profesor. Y se volvió famoso de la noche a la mañana, con su camisa azul a rayas blancas (prueba supuestamente irrefutable de su extracción panista): Juan Gilberto Castro Razo fue presidente de la casilla 2227, que se instaló en Salamanca, Guanajuato, el 2 de julio.

El videofraude. Fue una conferencia de prensa ofrecida por Andrés Manuel López Obrador, en la que presentaría pruebas irrefutables del colosal fraude que se había cometido en contra de él y sus aspiraciones presidenciales. Y la expectativa creció cuando se supo que se trataba de videos. Y en efecto, vimos a un señorcito rellenando una urna. ¡Fraude! ¡Id tras los mapaches del siglo XXI!, vociferaban desde las cuatro esquinas de las oficinas del Peje. Horas después nos enteramos de que el supuesto embarazador de urnas no era sino un profesor de la localidad que había "reacomodado" las boletas tras el recuento, con el auspicio y el visto bueno de todos los representantes de partidos en la casilla. Incluso la del PRD, Julia Barrón, defendió al profe y recordó que ella firmó sin objeción alguna el acta de escrutinio.

El compló se viste de amarillo. Cuestionado sobre estas declaraciones y la evidente estafa mediática que había sido la presentación de esta seudoprueba del fraude, Andrés Manuel acusó de "¡vendidos!" a muchos de los representantes de su propio partido en las casillas. En la operación "todos-me-quieren-robar-mi-triunfo", López Obrador ya no dudó en llevarse de corbata a quien sea necesario: si hay que disparar contra los propios efectivos en el campo de batalla. Parece dispuesto a (metafóricamente) derramar sangre amarilla, de ser necesario. Esto no hace sino confirmar el carácter absolutamente megalómano del Peje, que parece dispuesto a acusar y señalar incluso a quienes le fueron a cuidar el changarro el 2 de julio. Qué carisma mal empleado el de Andrés Manuel. Qué tristeza —patetismo— de liderazgo. Porque un líder jamás sacrifica a su propia gente, y mucho menos la difama.

Y aún así, volvería a hacerlo. Ayer, el profe Juan Gilberto nos dio una de las imágenes más esperanzadoras (esa sí) para nuestra democracia (hoy puesta bajo fuego): entrevistado en la segunda emisión de Imagen Informativa, Adela Micha le preguntó: "¿Volvería usted a participar como funcionario en la próxima elección?" El profe guardó silencio durante varios segundos: "Eh… pues…" Comprensible duda después de tan desdichado episodio. "Sí, sí volvería a participar", le contestó el profe a Adela. Ojalá todos los ciudadanos que participaron en la jornada electoral lo hicieran.

Difamación y daño moral. Y digo "ojalá" porque horas más tarde, en la misma estación, varias decenas de funcionarios y representantes de casilla nos llamaron a Desde la Redacción para quejarse de la ofensa de la que todos ellos se sentían objeto por los señalamientos de Andrés Manuel y preguntaban cómo podían manifestar su inconformidad. Entre broma y broma, sugerimos un camino: la demanda por difamación y daño moral. Daño a ellos en lo particular y a nuestra democracia en su conjunto.


yuriria_sierra@yahoo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Super color scheme, I like it! Keep up the good work. Thanks for sharing this wonderful site with us.
»